Ramón
García nació en España, siendo sus padres Don José Ramón García y Doña Josefa
García Fernández. Al igual que miles de sus compatriotas, emigró a la República
Argentina, en búsqueda de un mejor porvenir. Aquí se radicó en la provincia de
San Luis, más precisamente en San Francisco del Monte de Oro, poblado norteño de
conocida tradición cultural.
Ya inserto
en esta sociedad, contrajo matrimonio con una distinguida dama de la sociedad
local, la docente Orofila Pérez. Este matrimonio vivió en una suntuosa casa,
que para el año 1912 ya estaba concluida. La misma se erigió en un punto
privilegiado, a mitad de cuadra de calle Belgrano, frente a la céntrica Plaza
Pringles.
Dedicado
de lleno al rubro comercial, estableció uno de los dos negocios de ramos
generales más importantes de principios del siglo XX: La “Casa García”, cuyo vasto
local se extendía hasta la esquina de Centenario. Este enorme comercio contaba
con tienda, almacén, ferretería, zapatería, ropería y barraca.
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Vista de la casa comercial y la vivienda familiar, hacia 1926. |
La
actividad mercantil le permitió a García amasar una basta fortuna. Era también
agente del Banco Español del Río de la Plata. Sin embargo, a pesar del éxito
comercial, nunca logró su ambicionada hegemonía. A pasos del lugar, se erguía
su principal e histórico rival: La “Casa Blanchet”, del progresista vecino Don
José Blanchet (1876-1942).
La
casa central de Blanchet se ubicaba en Centenario y San Martín, contando con
sucursales en Quines, La Botija y el Totoral. Su residencia particular, fue el
lujoso chalet construido por su hermano Ricardo, emplazado a una cuadra.
Blanchet fue además presidente de la Comisión Municipal en dos oportunidades,
llevando adelantes importantes obras públicas.
La batalla comercial entre los
dos empresarios, a la vez políticamente enfrentados (García era liberal y
Blanchet radical), alcanzó repercusión provincial en los momentos más álgidos. En
1924, la prensa criticaba uno de los métodos con que presuntamente ambos capitalistas
se atacaban, la difusión de escritos con injurias:
“En la propaganda comercial, al público interesa menos los insultos entre personas que la suba o baja del azúcar y la yerba (…). No menos de 13 años hace que los dueños de dichas casas se vociferan las mismas y ninguno de ellos ha podido probar que nos quiere mejor”.
Más allá de este cuestionable
vicio, al final anecdótico, ambas figuras eran ciudadanos muy respetados. No
exentos de defectos, desde sus lugares aportaron su grano de arena al
crecimiento del pueblo. Fueron claros exponentes del progreso en una “época de
oro”, aunque con grandes contrastes, dadas las profundas desigualdades sociales
de ese entonces.
Volviendo a la famosa
contienda, cuyo final no se vislumbraba cercano, en un artículo del diario La
Reforma se les recomendaba a los beligerantes: "Que aprendan a sujetar sus
perros, como aconseja Goethe y el que lo haga primero y mejor habrá ganado en nuestro
concepto, una batalla comercial”.
Inesperadamente, el 13 de mayo
de 1933, Don Ramón García, a la edad de 53 años, es asesinado a balazos por Lucilo
Andino, uno de sus propios empleados. El criminal fue detenido sin mayor demora
y se le instruyó sumario. Ese día y con urgencia, el Sr. Jefe de Policía puso
el hecho en conocimiento al Juez del Crimen, resolviendo trasladarse con su Secretario
a San Francisco.
La muerte del malogrado
comerciante causó honda impresión en esta comunidad, en la que había participado
activamente en su fomento por décadas. Cabe mencionar que García formó parte de
la asociación fundadora de la Biblioteca Popular en 1910, fue el Secretario de
la Sub-Comisión Pro-Plaza de 1921 y llegó a ser electo como miembro de la
Comisión Municipal en 1925.
Tras su lamentado deceso, su
esposa Orofila Pérez, que no tuvo hijos, se recluyó en un riguroso luto, muy
comentado en ese entonces. El estricto encierro, que perduró doce meses,
concluyó con un solemne funeral que mandó a celebrar en el aniversario. Se dice
que continuó limitando toda su vida social hasta el final de sus días,
falleciendo el 9 de abril de 1947.
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Aspecto actual de la esquina de Centenario y Belgrano. |
En el local comercial,
funcionaría posteriormente la renombrada tienda “Blanco y Negro”, de los
hermanos Sananes. Pero de a poco el recuerdo de lo que fue la vieja “Casa García”
se iría esfumando. Sobrevive aún en pie el largo edificio del negocio, aunque con modificaciones. Contiguamente, luce mejor preservada la vivienda familiar, afortunadamente con
los detalles originales casi intactos.
Fachada de la histórica casa de calle Belgrano. |
Cuenta el relato de una vecina de nuestro pueblo, de 90 años de edad, que Ramón García era aficionado a la colombofilia, y cuando dejó trágicamente este mundo, todas sus palomas volaron para jamás regresar.
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